Víctor Suárez/Fotos: Luis Lacau
Venezuelan Press
El autor venezolano Abel Ibarra presentó en Miami su novela “Yo quiero ser como Ariel”, il suo secondo romanzo luego de “Balseros del Aire” (2014), de su crónica novelada sobre el desquiciado Jorge Olavarría (1993) y de su premiado ensayo “Rulfo y el dios de la memoria” (escrito en 1981, pero publicado 12 años después). Ibarra está cumpliendo 25 años de exilio en Florida, donde ha sido profesor universitario, traductor y periodista.
El pasado viernes 14-3-25 en Urbe University, se congregaron amantes de la literatura, figuras del ámbito cultural y lectores apasionados por las historias que trascienden fronteras y tiempos, para conocer un tanto del proceso creativo de la nueva obra. Asistió la alcaldesa de la ciudad de Doral, Christi Fraga, muy sonriente, e intervinieron el editor Gonzalo González (Epsilon Publishing) y el periodista y exalcalde de Lechería Alexis Ortiz.
“Es un espejo en el que muchos encontrarán reflejos de sus propias pasiones, miedos y luchas”, dijo el autor en su turno en el atril.
El epicentro de la novela se ceba en el piso 10 del recién construido lujoso edificio Neverí, entre las avenidas Luis Roche y San Juan Bosco, en la urbanización Altamira. A las ocho y cinco de la noche del sábado 29 de julio de 1967 las entrañas de Caracas rugieron durante aquellos fatídicos 35 segundos que silenciaron el boato de la celebración cuatricentenaria de la ciudad y la estremecieron de pavor continuo. El terremoto, cuya magnitud se evaluó entre 6.3 y 6.5 grados, dejó 250 personas fallecidas, unas 2 mil resultaron heridas, 80 mil quedaron sin viviendas y pérdidas materiales estimadas en 10 millones de USDólares (43 millones de bolívares de entonces). En las zonas de Los Palos Grandes y Altamira, cuatro edificios se derrumbaron (“Palace Corvin, San José, Mijagual, Neverí, semejan pirámides truncas como monumentos funerarios”, dice Ibarra, quien tenía unos 14 años cuando Caracas volvió a temblar). En el Neverí, entre otros residentes, murieron aplastados Mercedes Chocrón, sus dos hijos, y el escenógrafo de cine, teatro y televisión Ariel Severino, su marido.
Pero ese epicentro se mueve con rapidez y sin aviso hacia franjas de la historia gomecista y posterior, hacia la vida cultural caraqueña durante el régimen de Pérez Jiménez y de la democracia incipiente, hacia el momento en que el protagonista Ariel Severino a los nueve años de edad asume un papel heroico en una película filmada en su nativo Uruguay, hacia la diáspora sefarad que llega a Venezuela, lucha y se enriquece, hacia la consolidación multisápida del municipio Chacao, y también se deja llevar hacia descripciones tipo Google Maps de aventuras turísticas en Europa y Estados Unidos. Los planos narrativos se afincan en la noción y estragos del abandono materno, que persigue sin piedad a la protagonista Mercedes Chocrón Serfaty desde que su madre Estrella Serfaty de Chocrón se va de casa en pos de un militar ambicioso que llegó a ser presidente de la república sin que la manceba tardía pudiera tomarse alguna foto como primera dama. El alcahuete de Isaías Medina Angarita resultó ser el novelista Arturo Úslar Pietri, según las hebras de la madeja.
Abel luce destreza en la creación de una New York Fashion Week, así como de muchas escenas ubicadas en Venezuela, Europa del este e Italia.
– ¿Por qué la titulaste con una canción que ni siquiera fue escrita por Billo Frómeta, según te ha asegurado el nieto de Eleazar López Contreras, a quien citas?
– Por la popularidad que llegó a tener, porque todas las chiquitas estaban loquitas por él y porque 76 años después todavía sigue sonando…
– ¿La presentarás en Madrid?
– Lo estamos evaluando…
Yo quiero ser como Ariel está disponible en formato paperback y e-book en Amazon, Barnes & Noble, Apple Books y en las principales plataformas de libros digitales en todo el mundo.